lunes, 9 de mayo de 2016

Las mil y una formas de pasar calor en Bangkok

Ya han pasado unos cuantos días desde el último post pero estos se han pasado volados. Ya llevo una semana en Tailandia y ha dado para muuuuuuuuuucho.

Desde que pusiera rumbo hacia el aeropuerto de Madrid destino Bangkok, no han dejado de suceder cosas, algunas divertidas y otras un tanto agotadoras pero siempre con un punto de vista enriquecedor, qué es en lo que consiste el viaje.

Una vez en Bangkok tocaba encontrar a los otros dos compis de viaje, Sergi y Ainoa, que llegaron una hora antes que nosotros. 
Nuestro vuelo se retrasó  un poco y todavía teníamos que pasar el control y recoger las mochilas y por supuesto, cambiar dinero ya que no llevamos un duro para pagar el taxi.

Después de recoger nuestras pertenencias y como buena novata que se precie, tocaba encontrar un cajero y sacar dinero. La lié un poco con el cambio puesto que no sabía la cantidad y le di a la tecla equivocada, así que me tocó volver a sacar dinero con la consiguiente comisión; ¿no dicen que de todo se aprende?....

Ya en la parada de taxis del aeropuerto, que era nuestro  punto de encuentro, logramos contactar por whatsApp con estos y en menos de cinco minutos ya estábamos los cuatro juntos,  Sergi, Ainoa, Mónica (que volaba conmigo desde la escala hecha en Finlandia) y yo, compartiendo estos primeros días de ruta.



La sensación térmica nada más salir del aeropuerto fue brutal, hacía un calor infernal, parecía una auténtica sauna.
¡Welcome to Bangkok!, calor terrorífico, multitud de gente por todos lados, tráfico inagotable,  gente diciendo masages, tuc tuc .... Lo que se conoce como un puto caos.

El alojamiento no era muy allá pero tuvimos la suerte de poder dormir los cuatro juntos en la misma habitación. Para una primera toma de contacto con el mundo mochilero nos vino de lujo.

Tras dejar las cosas en el hostel, la mision de Ainoa y la mía será dirigirnos a la Embajada de Myanmar para sacar el visado que nos permitirá cruzar la frontera por tierra y recorrer el pais durante 28 días.
Aunque algo cansadas por el viaje y el cambio horario, decidimos ir hacia allá y así ir adelantando cosas.

Google maps guía nuestros pasos y el bus que cogeremos, ¡bendita aplicación!, según ésta el bus  número 35 será el que nos deje más cerca de la embajada.

Ya sentadas cómodamente en el bus y tras haber pasado más de diez paradas, nos dimos cuenta que íbamos en sentido contrario. ¡Ole por nosotras, somos unas cracks!; sin embargo, ya se había hecho un poco tarde para ir hasta allí,  por lo tanto, decidimos que lo mejor es volver al hostel e intentarlo al dia siguiente.
De vuelta nos encontramos con estas maravillosas vistas.





En chanclas y a lo loco, ponemos rumbo dirección al hostel a pie. 
¿Que son unas cuantos kilometros para nosotras?. Nada, un dolor de pies considerable que me hace jurar que al día siguiente iré en zapatillas a recorrer Bangkok.

Ya os advierto que "misión visa para Myanmar" no será tan fácil como nos habíamos pensado.

Al día siguiente el bus 35 nos espera en la correcta dirección pero el tráfico insufrible de esta ciudad y no saber muy bien cuál es la parada más cercana a la embajada, hace que nos perdamos y lleguemos a las 12:05. Y remarco la hora, las 12:05, porque por cinco minutos llegamos tarde y no nos dejan entrar.
Diosssssssssssssssssss esto es misión imposible.... Juramos y perjuramos que al día siguiente estaremos a las 10h en la puerta.

La tarde la aprovechamos para ir al Grand Palace y hacer algunas fotos de los alrededores.



Dicen que a la tercera va la vencida y así fue, al día siguiente conseguimos llegar en hora a la embajada de Myanmar y pudimos solicitarla. Nos la darán el lunes siguiente, por lo que tenemos todo el fin de semana para cambiar de aires e ir a la playa.
Lo más gracioso fue que coincidimos con un grupo de españoles que estaban solicitando la visa y ni cortos ni perezosos nos preguntaron si éramos españolas y quedamos por la noche en Khao San Road para tomar algo. 
Aquello es la zona 0 para todo mochilero que se precie, lo que haya que festejar se hace allí y así hicimos por la noche, celebrar que habíamos solucionado el tema visa de una vez.

Pero Khao San es mucho Khao San y la excursión prevista para el día siguiemte a Ayuttaya sufrió las consecuencias; nos tuvimos que dejar a dos de las integrantes durmiendo la mona ya que lo dieron todo la noche anterior (no daré nombres jajaja, eso está muy feo). Venirte arriba es cosa de segundos y de una copa de más de por medio jajajaja....

En Ayuttaya, antigua capital de Tailandia, cogimos  un tuc tuc; el calor era insoportable y alquilar una moto o una bici nos hubiera llevado más tiempo del previsto, y además, los del tuc tuc te dejan a la entrada de cada templo y te esperan durante la visita. 
Tuvimos mucho suerte con el señor del tuc tuc, fue super atento. Con una hoja plastificada con los diferentes templos nos fue señalando donde nos encontrábamos en cada momento. 
¡El lenguaje de signos es internacional!

El paisaje era digno para que mi cámara echara humo.

































Los primeras templos que veo y son increíbles,  transmiten  una sensación de paz y de espiritualidad inmensas, además el de la última foto era el único que se podía escalar hasta aariba y en su interior había una pequeña cripta con imágenes doradas de Buda.



La última excursión antes de partir a Pattaya durante el fin de semana será la del templo Wat Pho donde se encuentra el Buda tumbado más grande del mundo.



Tanto palo selfie a la redonda casi me saca un ojo; pillar un hueco para inmortalizar el monumento fue una odisea. 
Yo imaginaba de otra forma, quiero decir, que se podía ver en toda su longitud pero las columnas del edificio no lo permiten.

El resto de la visita fue más tranquila, no había tanta gente y tuve tiempo para recrearme cono las vistas y sacar algunas fotos.





Después del bullicio y del ajetreo tocaba descansar un poco para tomar fuerzas y celebrar mi 33 cumpleaños en la costa. La ciudad elegida fue Pattaya, una población costera a dos horas en bus de la capital. En realidad quería ir a la isla de Kho Samet pero estaba más lejos y no quedaban alojamientos disponibles.

No nos habían hablado muy bien de ella pero nos apetecía sol y playa, y además teníamos reservado un hotel con piscina muy traquilo por si no nos gustaba el sitio siempre podíamos hacer vida en el hotel.

Os confieso que lo único bueno de Pattaya fue la piscina del hotel jajajaja...



Y por supuesto, el hecho de celebrar junto a Ainoa mi cumple. Tuvo un detallazo comprándome un pastelito y poniendo algunas velas. 
Deseo que........


Lo más freak de este sitio fue cuando bañándonose en la playa se nos acercaron dos chicas para decirnos si podían hacerse una foto con nosotras. 
Hellooooo???? Yo estaba flipando. Y no les basto con una foto, que nos hicieron otra junto con sus novios. 

En definitiva, Pattaya es un destino poco recomendable, no me extraña que no salga ni en las guías de viaje. Lo único que encontrará el viajero es mucho turismo sexual y lady boys. 

Hasta pronto, nos vemos en el próximo post.